La contaminación sonora, definida como la propagación de sonidos no deseados al medio ambiente, puede tener diversos efectos en la salud mental. Música a alto volumen, autos y motos, obras y mascotas ponen a prueba la salud de la ciudadanía.
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SUSCRIBITELa contaminación sonora, definida como la propagación de sonidos no deseados al medio ambiente, puede tener diversos efectos en la salud mental. Música a alto volumen, autos y motos, obras y mascotas ponen a prueba la salud de la ciudadanía.
El cerebro siempre está monitoreando los sonidos en busca de señales de peligro, incluso durante el sueño. De esta manera, exponerse al ruido frecuente o fuerte puede provocar ansiedad o estrés.
En el año 2021, según los datos de la Defensoría del Vecino de Montevideo, el 45% de los llamados fueron por problemas de convivencia entre montevideanos y, de estas quejas, el 38% son por ruidos molestos.
De hecho, las denuncias por ruidos molestos a la Defensoría del Vecino crecieron durante la pandemia y llegaron a los 1.171 asuntos en el último año.
El ruido, además de ser molesto, tiene repercusiones en la salud de las personas: daños auditivos, dolores de cabeza, hipertensión, insomnio, estrés y problemas de aprendizaje son algunos de sus efectos negativos.
Incluso en la capital de la República, desde el 30 de mayo de 2023 comenzó un proceso de fiscalización de situaciones irregulares promoviendo la reducción de la contaminación sonora y del aire. Se trata de una iniciativa que se focalizó en quienes manejan motocicletas, automóviles, camionetas y ómnibus para que regularicen la situación de los escapes.
Con la exposición continua a la contaminación acústica, la sensibilidad de una persona al estrés puede aumentar. Quienes viven con ruidos constantes son propensos a pasar por momentos en donde se encuentren irritables, nerviosos, frustrados o enojados.
Cuando sentimos que no podemos controlar o regular la cantidad de estímulos causados por el ruido en nuestro entorno, su impacto en su salud mental se intensifica.
Varios estudios han demostrado que la contaminación acústica provoca deterioro cognitivo y estrés oxidativo en el cerebro. En un contexto de creciente urbanización e industrialización, el ruido se ha convertido en un factor de riesgo de depresión, deterioro mental.
Hasta se ha podido constatar que también puede causar o exacerbar enfermedades cardiovasculares; diabetes tipo 2, deterioro de la memoria y déficit de atención; retrasos en el aprendizaje infantil; y bajo peso al nacer.
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