Los destrozos y el lodazal que conforman el paisaje de muchos pueblos de Valencia continúa cuando se atraviesan las puertas de los cementerios, cuya capacidad de dar sepultura a los vecinos fallecidos en las inundaciones está muy en duda.
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SUSCRIBITELos valencianos siguen sacando fuerzas y no agotan sus iniciativas comunitarias para hacerle frente a una de las crisis más desafiantes de las últimas décadas. Ahora, sin poder enterrar a sus fallecidos.
Los destrozos y el lodazal que conforman el paisaje de muchos pueblos de Valencia continúa cuando se atraviesan las puertas de los cementerios, cuya capacidad de dar sepultura a los vecinos fallecidos en las inundaciones está muy en duda.
La justicia ha autorizado ya la entrega a los familiares de los cuerpos de más de 80 fallecidos de los 219 que dejaron las catastróficas lluvias de la semana pasada. Sin embargo, cementerios como el de Catarroja o el de Massanassa, dos municipios lindantes muy dañados, acumulan fango y escombros.
El destrozo en los cementerios es calificado como monumental. En algunas necrópolis, el agua alcanzó una altura de 1,70 m, y dañó muchos de los panteones y nichos, en particular los más bajos.
La fuerza del agua incluso llegó a desplazar las grandes puertas de hierro de algunos camposantos. Ahora no pueden enterrar a ninguno de los fallecidos, provengan de la tragedia o cualquier tipo de fallecimiento.
Cabe la posibilidad de la cremación o un entierro en Valencia capital, donde las pompas fúnebres funcionan bien, pero en España es muy frecuente que hasta tres generaciones compartan un nicho.
En este marco, también las funerarias de Valencia capital han estado echando una mano a las de los pueblos afectados. Al final, la catástrofe ha reducido también a escombros los márgenes de decisión.
Con información de AFP.
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