El papa volvió a condenar este domingo en Malta la "guerra sacrílega" en una Ucrania "atormentada", al día siguiente del descubrimiento de cadáveres de civiles que ha suscitado repulsa e indignación.
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SUSCRIBITEEl papa volvió a condenar este domingo en Malta la "guerra sacrílega" en una Ucrania "atormentada", al día siguiente del descubrimiento de cadáveres de civiles que ha suscitado repulsa e indignación.
"Pensando en la tragedia humanitaria de la atormentada Ucrania, todavía bajo el bombardeo de esta sacrílega guerra, no nos cansemos de rezar y ayudar a los que sufren", declaró el papa tras una misa al aire libre ante unas 12.000 personas cerca de la capital, La Valeta.
El sábado, Francisco condenó la invasión de Ucrania y habló de "algún poderoso, tristemente encerrado en las anacrónicas pretensiones de intereses nacionalistas, que provoca y fomenta conflictos", una referencia apenas velada al presidente ruso Vladimir Putin.
Preguntado por un periodista sobre un posible viaje a Kiev, dijo que una visita a la capital de Ucrania estaba "sobre la mesa".
Esta nueva condena del pontífice argentino tuvo lugar al día siguiente del hallazgo de al menos 20 civiles muertos, algunos de ellos maniatados, en una calle de Bucha, una ciudad cerca de Kiev.
En la última visita de este breve viaje de 36 horas, el papa se reunió el domingo con migrantes de un centro de acogida para refugiados en Hal Far (sur), el Laboratorio de la Paz Juan XXIII, donde refugiados ucranianos se sumarán pronto a los más de 50 jóvenes oriundos de diferentes partes de África.
En un teatro exterior de piedra, y ante un muro hecho de botellas de plástico azules y verdes como el mar, coronado por un chaleco salvavidas naranja, el pontífice oyó los testimonios de dos refugiados.
Mirándolos "a los ojos", Francisco habló de la "herida del desarraigo" y pidió a Malta ser un "puerto seguro" "a cuantos llegan a sus costas", y recordó que una "gran cantidad de hombres, mujeres y niños han vivido durante estos años una experiencia de naufragio en el Mediterráneo".
Como en su visita al campo de Lesbos (Grecia) a principios de diciembre, el papa exhortó a hacer prueba de "humanidad" frente al "naufragio de la civilización" y a no dejarse engañar por los que dicen que "no hay nada qué hacer" ante la crisis migratoria, "que son problemas más grandes que nosotros".
"Sus historias recuerdan a las de numerosas personas que, estos últimos días, se han visto obligadas a huir de Ucrania debido a la guerra", añadió Francisco.
Delante de la entrada del centro, se congregaron miembros de la pequeña comunidad ucraniana de Malta para saludar al papa. "Querríamos que bendijera nuestro país", dijo a la AFP Olga Attard, de 36 años.
"Ya sabemos que apoya a la nación ucraniana y creo que la gente de su nivel y con su poder pueden marcar la diferencia en esta situación", prosiguió.
Desde el inicio de este viaje de dos días a Malta, el pontífice, de 85 años, parece tener problemas de articulaciones, una dolencia que lo ha obligado a cancelar recientemente otros compromisos.
Por primera vez, tuvo que utilizar una plataforma elevadora para subir y bajar de su avión el sábado.
"Ayer lo vi muy cansado (...) Creo que está sufriendo. Ya tiene una edad y el programa está muy cargado para él", dijo Anna Balzan, de 67 años, que acudió a una misa al aire libre cerca de la capital, La Valeta, en la que participaron 12.000 personas.
Antes de la eucaristía, Francisco visitó la gruta de San Pablo, en la localidad de Rabat, uno de los principales lugares de peregrinación de la isla, que ya habían visitado sus predecesores Juan Pablo II y Benedicto XVI.
Según la tradición cristiana, Pablo naufragó en Malta en el año 60 mientras se dirigía a Roma, y realizó varios milagros en los tres meses que pasó allí.
La invasión rusa de Ucrania ha eclipsado el primer viaje del papa a Malta, un país de mayoría católica, y que había sido retrasado dos años por el coronavirus.
La guerra ha provocado la peor crisis de refugiados en Europa desde la Segunda Guerra Mundial.
Una cuestión que Francisco ha tratado en numerosas ocasiones desde su llegada al papado hace nueve años, insistiendo en la necesidad de acoger a quienes huyen de la guerra, la pobreza o los efectos del cambio climático. AFP
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