“Ninguna adicción, salvo la del amor, son recomendables”. Varias veces José Mujica habló del amor. Él lo vivió con Lucía Topolanksy. Se conocieron en el año 1967, cuando ambos integraban el Movimiento de Liberación Nacional - Tupamaros.
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SUSCRIBITESe conocieron en 1967, cuando ambos militaban en el MLN, pero fue en 1971 que se convirtieron el pareja. Se reencontraron en 1985, luego que él fuera puesto en libertad tras 12 años de cautiverio.
“Ninguna adicción, salvo la del amor, son recomendables”. Varias veces José Mujica habló del amor. Él lo vivió con Lucía Topolanksy. Se conocieron en el año 1967, cuando ambos integraban el Movimiento de Liberación Nacional - Tupamaros.
Topolansky era experta en falsificación de documentos. Mujica ya incursionaba en operativos armados violentos, que lo obligaron a pasar a la clandestinidad, situación en la que también estuvo Topolansky años después.
“¡Claro que estuve enamorado! Los que dicen que la vida del revolucionario impide una vida de amor, se equivocan”; escribió hace poco Mujica al evocar su vida con Mujica.
En 1971 se convirtieron en pareja. Pocos meses después Mujica cayó preso y Lucía le enviaba cartas a la cárcel de Libertad. Luego cayó Lucía. Ella presa en la cárcel de Mujeres, Mujica de cuartel en cuartel, quedaron incomunicados hasta marzo de 1985, cuando salieron en libertad y volvieron a juntarse.
“En la formación de nuestra pareja hubo un factor de necesidad, una especie de mutuo refugio. Nos reencontramos en una época bastante particular, bien diferente a la que habíamos dejado atrás”, contó Mujica.
Se casó en 2005 con su compañera y gran amor, con quien convivió en la chacra del Rincón del Cerro desde la salida de la cárcel.
Mujica solía expresar gran cariño y admiración hacia ella. En varias ocasiones resaltó su fortaleza y compromiso, se emocionó y las palabras se le entrecortaron. “Es la lotería de mi vida, menos mal. Menos mal que apareciste, si no, no estaría vivo”.
“Lucía me ha hecho la vida posible. Lamento no haber tenido hijos, sí. Me dediqué a cambiar el mundo y se me fue el tiempo. Nuestra vida con Lucía es una dulce costumbre”, dijo.
En una ocasión Mujica describió a Topolansky como una persona muy valiente, con gran caracter.
“Pobre, pobre de mí si no la tuviera a ella. Porque a los hombres no les gusta reconocer, pero siempre andamos necesitando una madre. Cuando uno es joven el amor es tormentoso, tiene llamaradas y explosivo. Cuando entra en la ancianidad, es un refugio, una dulce costumbre. Es la forma humana de dispararle a la soledad. Y felices, hasta donde se puede ser feliz, cuando se te está acercando el último día”, señaló.
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