17 de noviembre de 2023 - 12:22 El 17 de noviembre de 2019 marcó un antes y después en la historia de la medicina moderna cuando fue detectado en China el primer caso de una enfermedad que era desconocida y podía causar la muerte. El saldo de daño era inimaginable y el primer diagnóstico de Covid-19 lo cambió todo y a todos.
COVID-19, una enfermedad respiratoria causada por el virus SARS-CoV-2. Desde la primera detección registrada en Asia, el tiempo se volvió una paradoja. Con una rapidez y capacidad de daño insospechadas, se desencadenó una pandemia global que literalmente golpeó la salud pública, la economía y la vida cotidiana en todo el mundo.
Hace 4 años, el primer caso de Covid-19 fue registrado en la ciudad de Wuhan, en China. El mundo observaba descreído que esa situación que prontamente se generalizó en toda la localidad, sería un peligro universal.
Meses después, nuestra vida era una especie de película en la que las relaciones sociales eran prohibidas, y los rostros dejaron de verse tras un barbijo.
En aquel entonces, un paciente chino presentaba síntomas atribuibles a los de una neumonía atípica, sin embargo, el tratamiento que usualmente se pone en marcha, no daba frutos. Extrañamente, aquello era algo más fuerte.
Poco tiempo pasó para que se constatara que portaba un virus altamente contagioso. Esta extraña afección podía transmitirse de persona a persona a través de gotículas respiratorias y, ante la mínima cercanía entre dos individuos.
Las consecuencias en términos de mortalidad han sido significativas. El año pasado se estimó que más de 6,3 millones de personas habían fallecido a nivel mundial a consecuencia de la Covid-19 y el exceso de mortalidad asociada a la pandemia de la COVID-19 fue de 14,9 millones de muertes en 2020 y 2021. Asimismo, ha supuesto una importante alteración de las tendencias normales de crecimiento de la población.
Hasta la fecha, Uruguay ha reportado un total de 1.038.774 casos confirmados de COVID-19, con 7,634 fallecimientos y 1,030,944 recuperaciones. En aquel marco, el flamante gobierno encabezado por Luis Lacalle Pou, enfrentó desafíos en la gestión de la crisis sanitaria, incluyendo la implementación de medidas para contener su propagación, la distribución de vacunas y la atención médica a los afectados.
La comunidad científica y comunidades sanitarias no fueron capaces de dilucidar que un fenómeno de tal magnitud se presentara osadamente frente a la tecnología y evolución de la medicina contemporánea.
El virus se propagó rápidamente en Wuhan y en otras partes de China, y posteriormente se extendió a nivel mundial. La colaboración internacional entre científicos, médicos, gobiernos y organizaciones no gubernamentales fue fundamental para enfrentar esta emergencia de salud pública y mitigar su impacto.
Las investigaciones exhaustivas para descifrar la naturaleza del virus, no se hicieron esperar. Los gobiernos se vieron obligados a ir cerrando sus fronteras, restringiendo la movilidad social y sentenciando a quienes no respetaban estas medidas.
Por otra parte, durante una significativa etapa, mientras los ciudadanos de muchos países eran encerrados, otros observaban con descrédito, hasta que les llegaba su hora.
La pandemia de Covid-19 ha planteado desafíos significativos en términos de derechos humanos en todo el mundo. Diversas organizaciones y entidades han expresado su preocupación por las posibles violaciones de derechos humanos que han surgido en el contexto de la pandemia.
Esta pandemia generó un impacto sumamente nocivo en las empresas, el desarrollo del arte, la composición de las familias, la salud mental e indefinidas áreas que durante varios años vivieron una suerte de realidad alternativa.