Claudia Silva es una mujer perseguida por la violencia de género desde niña, golpeada por su padre y su pareja, y que logró salir adelante, hoy ayuda a otras para que no pasen por la pesadilla que ella soportó.
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SUSCRIBITEClaudia Silva es una mujer perseguida por la violencia de género desde niña, golpeada por su padre y su pareja, y que logró salir adelante, hoy ayuda a otras para que no pasen por la pesadilla que ella soportó.
La violencia que persiguió a Claudia comenzó en su infancia, con un padre golpeador."En mi casa se vivió la violencia de manera extrema, cuchillos, armas, las peleas, tener que salir corriendo en la noche con mi mamá, mis hermanos al Parque de Las Piedras a refugiarnos porque la situación era tremenda", recordó.
Con lo puesto, la madre de Claudia escapó con ella y sus hermanos, dejaron atrás la violencia y pasaron a la absoluta pobreza.
Su refugio fue una precaria vivienda en un asentamiento, luego la adolescencia y con ella momentos muy duros.
"Ahí conocí al padre de mi hijo mayor con el que tuvimos un vínculo de seis meses donde quedo embarazada, pero cuando él me pide que me haga un aborto le digo que no y lo dejo", contó.
Madre adolescente, soltera, en la pobreza y sin trabajo, pero a través de la organización Gurises Unidos accedió a un empleo en una panadería en el departamento de Colonia donde conoció a su otra pareja.
Esa persona fue quien le hizo mas daño en su vida, aunque al principio parecía otra cosa."Todas creo que tenemos la misma historia, los primeros seis meses son perfectos, divinos", dijo.
Fue por eso que Claudia, aún muy joven, con total dependencia económica, decidió formar con él una familia. Quedó embarazada y ahí comenzó el calvario.
"A los tres meses de estar embarazada empezó con eso de que no salís, no podés llamar a tu madre, no podés traer a tu hijo, llevá a tu hijo con tu madre, a encerrarme, me decía que salía a la calle a mirar hombres, me encerraba adentro de la casa como posesión de él", afirmó.
Embarazada, herida y con una angustia que no la dejaba respirar, Claudia logró escapar y hacer la denuncia policial.
Logró alejarse un tiempo de ese vínculo extremadamente violento que nunca fue judicializado.
Los mellizos nacieron y unos meses después ella cometió un grave error: "Me dijo que si lo dejaba ver a los niños, que estaba arrepentido, todo lo que dicen los hombres y volví a caer", dijo.
Pero poco duró el arrepentimiento, pocos meses después la violencia volvió y no solo contra ella, también sobre los niños.
La violencia era física, pero también psicológica, siempre le transmitía miedo y un día no soporto más. Temía por su vida, pero principalmente por la de sus hijos.
"Yo estaba cocinando y él se acostó en el cuarto, y se durmió, agarré a los bebés y al otro nene y salí corriendo. Vi una señora y le pedí que me ayudara a esconderme y gracias a Dios esa señora era una persona que ayuda a mujeres en la misma situación que yo", contó.
Volvió a hacer la denuncia, mostró sus lesiones por las palizas que le daba ese hombre, pero, como la primer vez, todo quedó en nada.
Claudia se fue lejos con sus hijos a los que nunca les ocultó que existía un padre con el que tuvieron algún contacto efímero, pero cuando los mellizos eran adolescentes él volvió a aparecer, se contactó directamente con ellos por las redes sociales.
"Los mellizos fueron a pasar una Navidad con él y se ahorcó adelante de los chiquilines para manipularlos porque ellos no le querían decir papá, uno de los mellizos lo encontró le avisó al otro, que cortó la piola y le hizo reanimación hasta que llegó la ambulancia y pudo sobrevivir", contó Claudia.
Con tratamiento psicológico, la fe y fuerza de voluntad, Claudia y sus hijos se repusieron de una larga pesadilla.
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