19 de noviembre de 2024 - 21:12 La hiperhidrosis, una condición que afecta entre el 2% y el 4% de la población mundial, no se limita al calor o al ejercicio. Esta enfermedad se caracteriza por una sudoración excesiva que puede empapar la ropa o hacer que las manos goteen sudor, generando una barrera en lo social y lo emocional para quienes la padecen.
Emanuel Macías, vive con esta condición, y compartió su experiencia: “Mi madre me ponía sandalias y me resbalaba; todo se desteñía o rompía en mis manos”.
Durante su infancia, la sudoración extrema en manos y pies lo obligó a cargar con una toalla a todos lados y aprender técnicas para enfrentar las limitaciones en la escuela.
El médico Siul Salisbury, cirujano experto en esta patología, explicó que hay dos tipos principales:
Por un lado la primaria, que afecta solo a ciertas áreas específicas, como manos, pies o axilas, y por otro lado la secundaría que se relaciona con otras enfermedades y compromete grandes partes del cuerpo.
Aunque no existe una cura definitiva, los tratamientos actuales ofrecen soluciones efectivas. “Lo que se trata es la hipersudoración”, comentó Salisbury, detallando opciones que van desde antitranspirantes y medicamentos hasta procedimientos quirúrgicos para desconectar los nervios que controlan las glándulas sudoríparas.
En el caso de Emanuel, una cirugía marcó un antes y un después: “Ya salís de la operación sin transpirar y te das cuenta de lo distinta que era tu vida”. Sin embargo, mencionó que aún enfrenta sudoración plantar y compensatoria, pero reconoce que su calidad de vida ha mejorado enormemente.
Más allá de lo físico: el impacto emocional
La hiperhidrosis no solo afecta el cuerpo, sino también la autoestima y las relaciones interpersonales. “Es socialmente limitante; conocés a alguien y le tenés que explicar”, indicó Emanuel. Ahora, con su condición controlada, asegura que puede realizar actividades que antes consideraba imposibles: “No podría estar haciendo lo que hago hoy si no hubiera tratado esto”.