Sordos, ciegos o en silla de ruedas. En un parque de Shanghái, los bailarines se mueven con soltura a pesar de su discapacidad y esperan cambiar la forma en que los chinos ven su condición.
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SUSCRIBITESordos, ciegos o en silla de ruedas. En un parque de Shanghái, los bailarines se mueven con soltura a pesar de su discapacidad y esperan cambiar la forma en que los chinos ven su condición.
Es imposible de saber el número de personas que se desplazan en silla de ruedas o padecen una discapacidad en China, aunque la prensa local estima una cifra de 85 millones.
Shao Yue perdió una pierna cuando tenía diez años. Entonces no se podía imaginar que dos décadas después podría bailar y, mucho menos, que sería campeona de danza en silla de ruedas.
En China, como en otros lugares, muchas personas discapacitadas no llevan bien la forma en que los mira la sociedad.
"La gente piensa que para nosotros es demasiado complicado salir de casa (...) y que nuestra supervivencia depende enteramente de otros", lamenta la bailarina de 34 años que, con la fuerza de los brazos, inclina las ruedas de su silla para encadenar movimientos, con gestos rápidos y potentes, pero precisos.
"No queremos que se nos considere gente a parte", insiste Shao Yue que, pese a su invalidez, lleva a su hija cada día a la escuela.
La danza es una forma de reencontrar la confianza, pero también de luchar contra la estigmatización.
"Algunas personas se sienten prisioneras" de su situación, remarca Zhou Ziqiang, un bailarín de 38 años sin discapacidad que forma a los inválidos. Pero "cuando se unen a la tropa, se abren poco a poco a la sociedad", asegura a la AFP.
- "Vida diferente" -
Estos últimos años, las instalaciones deportivas accesibles a personas discapacitadas se multiplicaron en China a medida que también aumentaba el número de formadores especializados.
En un gimnasio, Liu Huaiyu, de 20 años, dice que antes era una persona introvertida y gracias a la danza se abrió al exterior.
"Antes me repugnaba a mí misma y no quería hablar con otros", recuerda este joven que perdió una pierna en un accidente de coche cuando tenía 10 años. Ahora con más confianza, "incluso me atrevo a pasear" después del baile, sonríe.
Otra parte del grupo está compuesta por bailarines sordos. Para seguir el ritmo, deben observar atentamente a su jefe de baile que cuenta los movimientos con los dedos. Y funciona.
"Aunque no escuchamos la música, podemos seguir el ritmo", explica Chen Cen, sorda desde la infancia y bailarina desde los seis años.
Simplemente, "tenemos que hacer más esfuerzo" que el resto, indica la mujer de 34 años, que ganó "combatividad" por su minusvalía y la convirtió en una virtud.
Lo más importante es cómo las personas discapacitadas se consideran a sí mismas, asegura Shao Yue.
"No por estar discapacitada, estoy desesperada", asegura la campeona de danza. "Tengo simplemente una vida diferente y puedo escoger vivirla de la forma más excitante". AFP
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