El último clásico se vio ensombrecido por el accionar de las barras bravas, que dejaron dos policías lesionados, uno de ellos de gravedad. El problema no es nuevo y los episodios de violencia se remontan décadas atrás.
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SUSCRIBITELos incidentes del último clásico reavivaron el debate sobre quién permite el accionar de los violentos y cómo erradicarlos del deporte.
El último clásico se vio ensombrecido por el accionar de las barras bravas, que dejaron dos policías lesionados, uno de ellos de gravedad. El problema no es nuevo y los episodios de violencia se remontan décadas atrás.
Se trata de un problema que excede lo deportivo y que genera distintas reacciones desde la sociedad, los clubes, la Justicia y el poder político.
En este informe de Telenoche, el fiscal Fernando Romano señala que no se puede separar la incidencia de las barras de la corrupción, el lavado de activos y el narcotráfico.
Por su parte, el sociólogo Leonardo Mendiondo recuerda que, en los 80, “estos inadaptados eran los locos lindos de la Amsterdam”.
El problema, desde entonces, fue creciendo y las autoridades no fueron capaces de prever los perjuicios que acarrearía. Lo que, en un principio fue una disputa por éxitos y fracasos deportivos, pasó a ser, con los años, por dirimir “quién tiene la capacidad de ser más violento”.
Desde CAFO, su presidente, Gonzalo Trabal, señala que, como en toda organización, puede haber “errores” de parte del personal que permite el ingreso al Estadio de elementos peligrosos, como en este caso fueron las bengalas, pero lo cierto es que existen cortocircuitos entre las diferentes jerarquías a la hora de determinar las responsabilidades, no solo por lo que entra a los escenarios deportivos, sino por quiénes entran.
En ese diagnóstico aparecen los clubes, que tienen “vínculos difíciles de sacudir” con las barras o el temor de los dirigentes ante eventuales represalias, y la responsabilidad del Estado.
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