Este Libro ganó el Premio Planeta 2024. “Se enfrentaron al horror y lucharon contra la injusticia. Pero nada reconcilia más que el amor. Recién terminada la Segunda Guerra Mundial, está en un Berlín arrasado y sin futuro aparente"
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SUSCRIBITELos libros son una de las mejores opciones para los regalos de Reyes. Un repaso de algunas buenas publicaciones para empezar el año.
Este Libro ganó el Premio Planeta 2024. “Se enfrentaron al horror y lucharon contra la injusticia. Pero nada reconcilia más que el amor. Recién terminada la Segunda Guerra Mundial, está en un Berlín arrasado y sin futuro aparente"
Victoria sobrevive cantando cada noche en el club Kassandra.
Pese a tener una mente prodigiosa, capaz de crear un poderoso sistema de cifrado de mensajes, su hija Hedy y su hermana Rebecca dependen de ese mísero sueldo para sobrevivir. Un chantaje sin escrúpulos por parte de los rusos obligará a Victoria a viajar sola a Estados Unidos, donde, sin embargo, disfrutará del amor incondicional del capitán Norton. Allí descubrirá que la que parecía la sociedad más democrática del mundo esconde una rancia capa de racismo e injusticias de la mano del Ku Klux Klan y el senador McCarthy. Una novela grandiosa en la que los resentimientos, el dolor de la pérdida y las decisiones difíciles serán superados gracias al coraje de unos personajes que luchan firmemente por defender lo que más aman.”
En “Todo rojo” el paso de la ficción a la realidad puede ser algo tan común y siniestro como una boca de tormenta que nos evoca a Cortázar. Hay vértigos inmóviles, héroes anodinos, muertes angustiosas, calles con fantasmas, descripciones que hielan la sangre, personajes enterrados boca abajo, obreros que todavía golpean el yunque, mujeres que se deslizan por la vida clandestina de una dictadura. En este libro, que se lee de un tirón sofocante y dulce, hay una tiranía, aunque la trama corre doble o triple por planos que en ocasiones se alejan y a veces se mezclan con furia. Todo rojo es el magnífico título para una historia en la que los demás colores son apenas pálidos remedos de aquel ardor combativo de los comunistas uruguayos del siglo pasado. Ascua que todavía quema.
Federico Médici, protagonista y narrador, mentiroso y sarcástico, novelista, dramaturgo y fundador del Teatro de la Locura, “cara de ángel”, etcétera, etcétera, etcétera, nos cuenta las sórdidas aventuras de su doble (el Niño Mierda), la muerte de un íntimo amigo e, incluso, publica con su nombre un drama-novela: “El alma del mundo” que antes había dado a conocer bajo el extraño seudónimo de Felipe Polleri. Siempre violento, brutal, “anti sistema”, Federico (hasta su nombre es sujeto de sospecha) nunca termina de gastar su odio contra sus orígenes burgueses, la estupidez y la vida misma. Tal vez, sin embargo, hay una pequeña fisura: el amor, tal vez.
Dice Roberto Appratto: “Este libro es un nuevo ejemplo de la capacidad de Margarita Azpiroz para ocuparse de su vida, de sus experiencias, de su familia, en forma de crónicas: claro que las crónicas de su vida en Montevideo y en Rivera, y de sus viajes al País Vasco, son literatura tanto como su anterior novela, Cuando creíamos que la vida era una línea recta. Son literatura porque apuestan a poner en primer lugar el punto de vista como herramienta de selección de momentos; porque dramatizan escenas dentro del continuo de su recuento biográfico; porque la autora apela al montaje para poner en relación distintas capas de su experiencia, distintos tiempos, en este trabajo sobre, precisamente, las fronteras. Es cierto que la noción de frontera se aplica naturalmente al departamento de Rivera, marcado además por la variación de lenguas; es cierto también que los límites entre un espacio y otro se hacen más visibles en ese caso. Pero las fronteras se construyen además con desplazamientos y travesías de un punto a otro, de una parte de la vida a otra, y en ese sentido el movimiento y la comunicación juegan un rol preponderante. Son zonas diversas, por la intensidad, por el peso afectivo, que se ponen en relación aquí como una construcción narrativa y vital que emplea distintas voces y técnicas narrativas para animar el viaje. La familia, la que la narradora conoce y la que no, se vuelve una caja de resonancia de un impulso por reconocerse. Cada historia que relata se une a ese impulso para configurar la unidad de lo diverso que preside este libro, cuya emocionalidad llega al lector por la única vía posible: la de la buena escritura.”
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