25 de julio de 2025 - 22:01 A Ángel Minoli le tocó jugar en el cuadro que no tiene hinchas: el de los jueces. Próspero comerciante y empresario, era también árbitro de fútbol y tenía varios clásicos encima cuando, en 1924, le tocó ser parte de la delegación uruguaya que, a la postre, obtendría la primera medalla de oro olímpica para nuestro país.
Minoli fue, además, el primer uruguayo en arbitrar en suelo europeo: lo hizo en abril de 1924, en un amistoso de preparación entre la Celeste y el Celta de Vigo.
Atilio Minoli, su sobrino nieto, cuenta la peripecia que vivió aquella delegación de 20 días en altamar, ejercitándose en la cubierta del barco, y luego da detalles de lo que fueron los años posteriores al primer título mundial de la selección.
Comerciante y empresario, familiero, amigo de los viajes, la música, la buena comida y el buen vino y de la charla, había comprado una granja en el entonces lejano Camino Melilla, a la que llamó la Granja Olímpica.
El lugar fue, durante muchos años, un museo, que albergó también grandes festicholas. Parte de lo que se exhibía está actualmente en el Museo del Fútbol del Estadio Centenario, pero algunas quedaron en el lugar, como testimonio de la gesta de los olímpicos, dice Alicia Salvatore, hija de quien le vendió el terreno a Minoli, y hoy nuevamente propietaria del lugar. Allí funciona un vivero pero la historia no miente: sobre la entrada están los cinco aros olímpicos y un monolito recuerda a quienes, por primera vez, fueron campeones de América y el mundo.
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