¿Es posible vivir del arte en Uruguay? Y más aún, ¿se puede vivir del baile? Las respuestas las traen Natali Fernández y Belén Pezano, dos jóvenes uruguayas que transformaron la danza en su forma de vida.
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SUSCRIBITEDetrás de cada paso, ensayo y clase, hay una historia de esfuerzo. Natali y Belén la escriben cada día. Bailando. Enseñando. Viviendo del arte.
¿Es posible vivir del arte en Uruguay? Y más aún, ¿se puede vivir del baile? Las respuestas las traen Natali Fernández y Belén Pezano, dos jóvenes uruguayas que transformaron la danza en su forma de vida.
Desde pequeñas, ambas sintieron una conexión especial con el movimiento. Natali, oriunda de Montevideo, se enamoró del ballet clásico a los ocho años. Belén, nacida en Mercedes, Soriano, comenzó a los seis en una academia barrial. Hoy, ambas no solo bailan, sino que enseñan y gestionan sus propios espacios de formación.
“La docencia me permitió encontrar mi lugar”, contó Natali, quien ingresó a la Escuela Nacional de Danza a los 18 años. Más tarde, se especializó con el maestro Alejandro Godoy. “Siempre me interesó la metodología. Ser bailarín no te convierte automáticamente en docente. Hay que formarse para guiar a otros”.
Belén, por su parte, experimentó varios estilos: flamenco, jazz, contemporáneo, reggaetón. Pero fue el heels —una danza que fusiona técnica y actitud— lo que definió su identidad artística. A los 23 años fundó el primer estudio especializado en este estilo en Uruguay.
Ambas coinciden en que no fue fácil. Las clases empezaron con pocos alumnos. La pandemia complicó aún más el camino. Pero persistieron. “Cuando encontré el heels, sentí que era eso lo que estaba buscando”, recordó Belén, que incluso viajó al exterior para capacitarse y traer conocimientos nuevos al país.
En paralelo, el apoyo familiar resultó clave. “Mi madre fue quien vio mi interés por el ballet”, dijo Natali. “Nunca me pusieron obstáculos”, agregó Belén. “Siempre apostaron a que hiciera lo que amaba”.
Hoy ambas viven de la danza. No como un hobby, sino como una vocación profesional. “Volvería a elegir esta profesión”, afirmaron las dos. Desde sus estudios, forman nuevas generaciones de bailarines y demuestran que, con pasión, disciplina y convicción, el arte puede ser un proyecto de vida en Uruguay.
Detrás de cada paso, ensayo y clase, hay una historia de esfuerzo. Natali y Belén la escriben cada día. Bailando. Enseñando. Viviendo del arte.
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