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Entrevista

Entrevista a Gustavo Rodríguez, ganador del Premio Alfaguara

"¿Ya cumplí o no con mi vida?", esa es una de las grandes preguntas que el autor de "100 cuyes" se hace y refleja en su nueva novela.

6 de mayo de 2023 - 13:26

Hablar del final de la vida siempre es difícil, pero el escritor peruano, Gustavo Rodríguez lo hace de una manera tan delicada que logra la empatía del lector con las difíciles decisiones que deben tomar los personajes de su última novela "100 cuyes".

"100 cuyes" es con el trabajo que Rodríguez ganó el premio Alfaguara, lo que permitió que en su gira por Uruguay conversara en una entrevista con la web de Telenoche.

Todos sus trabajos valen la pena, igual que seguirlo en redes sociales y escuchar su Podcast "Machista con hijas", porque Gustavo tiene una manera de comunicar que vale la pena conocer, profundizar y difundir.

Como hablar de la muerte es complicado, Gustavo Rodríguez comienza contando: "El cliché de que uno no elige el tema sino que el tema lo elige a uno es verdadero. Yo empecé a hacerme una serie de preguntas al cumplir los 50 años. Eso se contrasta también con mi mamá, a la que veo languidecer cada vez más, los mentores que empiezan a morir.

Entonces empiezo a hacerme una serie de preguntas y es la primera vez que uso el mecanismo de crear personajes y ponerlos a jugar para tratar de atisbar cómo será el futuro si es que la vida me dura hasta entonces".

En ese proceso, cuenta que tenía personajes "flotando" con la vejez solitaria hasta falleció su suegro y al tema se la añadió el de la muerte digna.

En momentos que Uruguay tiene sobre la mesa la discusión de la eutanasia y tras ver durante la pandemia la cantidad de adultos mayores que en todo el mundo fallecieron en soledad, el libro de Rodríguez necesariamente nos lleva a la reflexión. "En la novela yo quise poner dos tipos de posturas frente a la muerte: los dos primeros personajes ancianos que aparecen quieren que el árbitro pite y termine el partido. Ya están cansados, abrumados, etc. No encuentran dignidad en su vida. Y hay otro grupo, llamado "los siete magníficos" que no están en esa etapa y que encuentran que su vida todavía es plena en la medida que se acompañan mutuamente, que pueden compartir experiencias. Pero llegan a preguntarse qué pasará cuando seamos el club de la gasolina cara, o sea qué va a pasar cuando ya empecemos a fallar, Lo que implica conversar, dialogar qué hacemos cuando nos vemos ante este escenario nuevo".

Por supuesto que hablamos de nuestros padres pero también nos surge pensar qué va a hacer de nosotros y hasta dónde no ser una carga para nuestros hijos o los familiares que nos sucedan. A veces en broma decimos "este es el que te va a desenchufar" y un poco de eso también está reflejado en "100 cuyes".

"Está bueno hablar de eso y bromearlo. ¿Tú me vas a desenchufar si o no?, preguntarle en broma. Me parece terapéutico, me parece sano", dice Gustavo y agrega: "hablar con naturalidad de estas cosas que se nos van a presentar irremediablemente. Yo con mis hijas bromeo sobre mi muerte desde que eran más o menos pequeñas. Hablamos de la herencia, del velorio y ellas me siguen el juego. Creo que así como jugando se instala la naturalidad. Cada vez que me subo a un avión les mando un mensaje que críptico, una broma... me gustaría finalmente que mi despedida sea así de ellas si se cae el avión".

Con el avance de la medicina, crece la expectativa de vida y a veces el cuerpo acompaña pero no la mente o al revés y eso hace que surja el planteo si realmente tenemos que llegar a estar o para qué seguimos viviendo. Esa es parte de la temática que está en el libro de Rodríguez.

"Ese la gran pregunta. ¿Ya cumplí o no con mi vida?, ¿ya cumplí con mi fiesta? Me quiero ir de esta fiesta ¿quién es quién para obligarte a quedar en una fiesta? Si en nuestra vida joven alguien se quiere ir de una fiesta ¿lo amarramos para que no se vaya? No. Ese es el tipo de cosas que me gustaría que discutamos".

Hay casos donde la persona puede tener la capacidad intelectual de que la dejen ir y en ese sentido Gustavo comenta: "Es un acto de amor dejar ir. Es un acto que deja el egoísmo atrás y te hace pensar en el otro, lo que le conviene al otro.

Como el tema es delicado, correspondía preguntar cómo vienen recibiendo el libro los lectores: "Hasta ahora nadie que haya leído le libro me ha acusado de apologista de la muerte. Entonces tal vez es porque la negación a algo tan natural como la muerte o a una muerte digna puede ser intelectual, aprendida intelectualmente. Pero lo que logra la ficción es hacerte sentir. Lo bonito de la empatía es sentir no pensar. Y quizás quienes lean la novela pueden en un ratito ponerse en los zapatos de alguien y casi sentir lo que podría sentir una persona en esas circunstancias".

El título de la novela es fundamental, la representa en pleno y esto contó el autor: "Yo usualmente titulo las novelas al final, pero no ha sucedido de esa manera con mis dos últimas novelas. Con "100 cuyes" en la mitad, ya sabía que así se iba a llamar. Y la frase "con 10 cuyes empiezas un negocio", que el tío que le dijo Eufrasia en su niñez, en realidad fue una invención mía en el momento para justificar después el pago que ella iba a recibir. Como metáfora de la contraprestación. Me hace gracia que en algunos lados me han dicho "y este proverbio popular peruano". Yo me quedo callado porque me parece encantador que se piense que un proverbio popular cuando es algo que construí por necesidades narrativas".

Otro de los temas presentes en la novela está vinculado al personaje principal, Eufrasia, de origen andino que reivindica la cultura de dónde es originaria: "Es una inmigrante y el que migra lucha. Es así en la gran mayoría de las historias de migrantes. Ella es una mirgante interna del país, de los Andes o de la zona más rural a la Metropoli y en España pasa lo mismo con las cuidadoras. que usualmente son Latinoamericanas que van a cuidar a casas de reposo. De mis últimas tres novelas hay dos que tienen cierto homenaje a mujeres migrantes que tratan de calzar en sociedades racistas. En Madrugada para lo mismo, hay una heroína que tiene que enfrentarse al machismo que la rodea. En el caso de Eufrasia no es así, es combativa pero es un rasgo menor frente a su bondad y su empatía en esta novela".

Eufrasia dignifica lo que hace y ese sentido Gustavo comenta: "Quizás dignidad sea la palabra clave de toda la novela, la dignidad que buscan los ancianos para su final, la dignidad que ella encarna también para ayudarlos".

El libro

«Una novela tragicómica que refleja uno de los grandes conflictos de nuestro tiempo».

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(Del acta del jurado)

En un barrio residencial de Lima con vistas al mar languidecen unos ancianos de clase acomodada. Frasia, acuciada por sus necesidades económicas, pues tiene que sacar adelante a su hijo Nico, se ha ido convirtiendo en compañía imprescindible para algunos de ellos. Si consiguiera juntar diez cuyes, el dinero para comprar diez conejillos de Indias, podría, según le dijo siempre su tío, empezar una nueva vida. Así, todos los días cruza la ciudad en transporte público para asistir a Doña Bertha, que además de ayuda doméstica necesita un apoyo extra porque en los últimos tiempos anda baja de ánimo y casi no tiene contacto con su hija. Frasia es muy buena en eso, y es tanta la fama de su buen hacer que en poco tiempo empieza a trabajar, en el mismo edificio, para Jack Morrison, médico jubilado y viudo, aficionado al jazz y al whisky e inmerso en una soledad que le oprime el alma. Algo más tarde también lo hará en la residencia del barrio, donde un grupo de residentes han formado una familia que se hace llamar «los siete magníficos».

Sin embargo, a pesar de los cuidados de Frasia, para todos estos personajes los días siguen cayendo pesadamente en una rutina de medicamentos, comidas sosas a horas fijas, telefilmes, achaques y alguna que otra charla, en la que con frecuencia tienen muy presente el final de sus existencias. Frasia lo sabe, y también sabe que su estrecha relación y la confianza que ha logrado establecer con ellos acabará llevándola a una encrucijada.

«Cien cuyes es una novela tragicómica, situada en la Lima de hoy, que refleja uno de los grandes conflictos de nuestro tiempo: somos sociedades cada vez más longevas y cada vez más hostiles con la gente mayor. Paradoja que Gustavo Rodríguez aborda con destreza y humor. Un libro conmovedor cuyos protagonistas cuidan, son cuidados y defienden la dignidad hasta sus últimas consecuencias».

Del acta del jurado del XXVI Premio Alfaguara de novela, presidido por Claudia Piñeiro y compuesto por Javier Rodríguez Marcos, Carolina Orloff, Rafael Arias García, Juan Tallón y Pilar Reyes.

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