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SUSCRIBITELas semillas y frutos secos son muy nutritivos, y contienen minerales y proteínas. Sin embargo, para que nuestro cuerpo pueda apropiarse de ellos, necesitamos de un aliado: el agua.
En su columna de nutrición, Laura Fazio explicó que el agua genera un “engaño” a la semilla. Ante la hidratación la semilla “despierta” y sus nutrientes se duplican en cantidad.
Así que, antes de consumirlas, es muy importante que las pongamos en remojo.
Para los frutos secos y las semillas grandes y medianas (nueces, avellanas, almendras castañas, girasol y zapallo) se recomienda hidratarlas en agua tibia y agregarles acidez: un chorro de limón en un litro de agua y un remojo de 12 horas estará bien. Luego, las tostamos y están listas para consumir.
Con las semillas pequeñas hay que tener otros recaudos. Para empezar, las semillas de sésamo no se hidratan y sí las de chía y lino. Estas se dejan en agua (una parte de semillas y dos partes de agua) durante toda la noche, y luego se muelen para su consumo.
Otro secreto es decirle no a los mix de semillas. No más de dos tipos por vez, para que sus micronutrientes no compitan entre sí.
En Uruguay se trabaja con estos alimentos y unas 200 hectáreas de nueces pecán alcanzan para abastecer el mercado y exportar. Estos frutos secos tienen varias ventajas para los consumidores. Facundo Ibáñez, investigador del INIA, dijo que uno de sus beneficios es que, por proximidad, las consumimos frescas y son ricas en antioxidantes y minerales, como magnesio, manganeso y zinc. Este último es fundamental para quienes han pasado por internaciones prolongadas por COVID-19.
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