A las 23.30 del 31 de octubre de 2009 comenzó un incendio sobre una casa de la calle Elba en Montevideo: nadie se imaginaba, en ese momento, que comenzaría el enigma Feldman.
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SUSCRIBITEA las 23.30 del 31 de octubre de 2009 comenzó un incendio sobre una casa de la calle Elba en Montevideo: nadie se imaginaba, en ese momento, que comenzaría el enigma Feldman.
Alertados por un vecino, que sintió una explosión y vio las llamas, de inmediato concurrieron los bomberos y un móvil de la seccional 12.
Lo que encontraron los dejó impactados y los puso en estado de alerta: allí había un enorme arsenal con cientos de armas de todo tipo, pólvora, explosivos, granadas, mechas, lanzagranadas. En fin, algo nunca antes visto en Uruguay.
Lo que ocurrió después parece extraído de una novela y abrió paso a especulaciones de todo tipo.
Hubo un expediente de más de 3700 fojas que no logró develar cual era el origen de ese armamento ni quien era verdaderamente su propietario ni sus eventuales contactos.
El dueño de tamaño arsenal era Saúl Feldman, un misterioso contador que había tenido actividad profesional en distintos rubros, de muy bajo perfil, que no tenía relación con sus vecinos, callado y que nunca había dado motivos para pensar lo que ocultaba.
Sin embargo, había sido socio en emprendimientos agropecuarios y de la construcción y movía en sus cuentas importantes sumas de dinero en pesos, dólares y euros.
Feldman se encontraba al momento del incendio en otra vivienda, en Canelones y finalmente sería abatido luego de resistirse y matar a un policía y recibir múltiples impactos de bala.
La orden inicial era la de detenerlo para interrogarlo, pero cayó en el enfrentamiento, víctima de tantos disparos que en algunos casos destrozaron partes de su cuerpo.
La declaración oficial del responsable del grupo GEO incluida en el expediente -así como otros documentos incluso fotográficos- establece que Feldman fue abatido y que no se suicidó.
Feldman llevaba una máscara anti-gas perforada por al menos un proyectil. La expresión “abatido” aparece varias veces en el expediente.
De su cadáver se recuperaron once proyectiles pero muchos más lo atravesaron, literalmente. Algunos, quedaron entre sus ropas o en el escudo de protección que utilizó aquel día.
Vea el informe completo de Alfonso Lessa en el último programa de Otra Mirada.
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