28 de julio de 2012 - 00:00 Cada vez más uruguayos eligen emigrar del país donde viven porque las condiciones, en general económicas, son adversas y las posibilidades limitadas. La acción es la misma que hace una década, la diferencia radica en el lugar de origen, y el de destino.
Esta vez dejan Europa, continente que tiempo atrás fue el fuego de esperanza para lograr una mejor calidad de vida. Uruguay, el país que dejaron en un intento por escapar de los corrales del crecimiento, nuevamente es tierra promisoria y los recibe con fronteras abiertas y posibilidades laborales que la crisis del primer mundo se tragó. Son unos 300 por semana, y entienden que a pesar del desarrollo de los últimos años, continúan brillando por su ausencia las políticas de retorno.