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MILAGRO DE LOS ANDES

Roy Harley: "La primera noche vivimos en el infierno"

A 50 años del Milagro de los Andes el sobreviviente Roy Harley cuenta su historia y recuerda los días luego del impacto.

13 de octubre de 2022 - 09:07

A 50 años del Milagro de los Andes, Roy Harley, uno de los sobrevivientes, recuerda con nitidez la primera noche que le tocó vivir, el horror de ver a familiares y amigos muertos y la resiliencia para salir a flote cuando todo estaba perdido.

El 12 de octubre de 1972 el vuelo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya había partido de Montevideo con 45 personas a bordo: un equipo de rugby amateur compuesto por jóvenes exestudiantes de un colegio católico, algunos familiares y la tripulación. Se dirigían a Santiago de Chile para jugar un partido, pero una tormenta los obligó a hacer escala en Mendoza, Argentina, donde pasaron la noche.

Al día siguiente, aunque las condiciones climáticas seguían siendo inestables, despegaron. Minutos después, la nave se estrelló contra las montañas heladas, a 4.000 metros de altitud.

"Para los que creemos que existe el infierno, yo esa noche viví el infierno", dice Harley, de 70 años, sentado junto a Carlos Páez, de 68.

Ambos integran el grupo de 16 que logró salir con vida de la cordillera luego de permanecer 72 días en el fuselaje del avión, con temperaturas de 30 grados bajo cero.

La historia, conocida como Milagro de Los Andes y que ha inspirado decenas de documentales, películas y libros, es hoy considerada por estos protagonistas como algo que afectó sus existencias de manera positiva.

"No es una historia trágica. La veo al revés: somos afortunados. Es una historia maravillosa, espectacular. Una historia que además tiene vigencia, 50 años después", asegura.

El cuerpo y el alma

Amigos desde la infancia, ambos siguen teniendo el recuerdo vívido de aquellos días a pesar de las cinco décadas transcurridas.

Pero no tienen pesadillas ni sensaciones de tormento. Ni siquiera con el elemento de la historia que generó más curiosidad y controversia: la antropofagia.

"Yo lo pregunto en todas las conferencias: '¿Alguno de ustedes no lo hubiera hecho?' y nadie levanta la mano", dice Páez sobre la decisión de alimentarse con el cuerpo de los muertos.

"A nosotros los cristianos se nos facilita más porque sabemos que el cuerpo va por un lado y el alma va por otro. De alguna manera buscamos esa explicación, pero lo más importante fue el derecho a la vida y el derecho a volver a casa", agrega.

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Tras el accidente en las montañas sobrevivieron unas 16 personas, entre ellas Roy Harley, lo que dio lugar al Milagro de Los Andes.

Tras el accidente en las montañas sobrevivieron unas 16 personas, entre ellas Roy Harley, lo que dio lugar al Milagro de Los Andes.

Harley, quien salió de la montaña pesando 37 kilos en su 1,80 de altura, explica que simplemente no había otra opción.

"Una cosa que tenía clara en la cordillera era que yo no me quería morir. Quisimos comer suela, quisimos comer cigarrillos, quisimos comer pasta de dientes... No había alternativa", alega, aclarando que no es una decisión que lo angustie.

"No tengo un recuerdo terrible ni que me atormente ni que me haga pensar de noche, para nada. Hicimos lo que teníamos que hacer para vivir", dice convencido.

Pelear hasta el final

Diez días después de aquel fatídico viernes 13, a través de una radio que aún funcionaba, los sobrevivientes se enteraron de que la búsqueda del avión había sido suspendida. Los habían dado por muertos.

Fue entonces cuando decidieron que había que "dejar de esperar para empezar a actuar". La única salida era escalar las montañas y buscar ayuda.

Tras semanas de preparación, el plan imposible se puso en marcha el 12 de diciembre y terminó con Fernando Parrado y Roberto Canessa, los dos voluntarios que culminaron los nueve días de travesía, topándose con el arriero Sergio Catalán en la remota localidad chilena de Los Maitenes.

"Hicimos que las cosas pasen. Fuimos a buscar los helicópteros", dice Páez, recalcando que la actitud y el trabajo en equipo fue lo que los salvó.

"Lo que elegimos fue pelear, pelear, pelear. Pelear hasta el final", coincide Roy.

De los 16 sobrevivientes, algunos decidieron alejarse del ojo público bajo el cual quedaron desde el 22 de diciembre de 1972, cuando sucedió el rescate que maravilló al mundo. Otros eligieron tomar la bandera de su historia y transmitir sus aprendizajes en conferencias alrededor del globo.

A ese grupo pertenecen Páez y Harley, quienes viajan constantemente brindando charlas que dan cuenta de su resiliencia.

"Te paras distinto frente a los problemas", asegura Harley, aunque admite que a veces reaparece la preocupación por nimiedades. "A veces te quejás y (pienso) 'no puede ser que yo, después de todo lo que pasé, esté haciéndome un problema por esta estupidez'".

"El ser humano tiene gran capacidad de olvido del dolor", reflexiona Páez.

Y lo ilustra con algo cotidiano: "Pasamos tanto frío, pasamos tan mal que no tengo palabras para describirlo". Y sin embargo, "me vuelvo a quejar del frío, vuelvo a ser un ser humano común".

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