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La muerte de Nicolás Cuña en la madrugada del 10 de octubre como consecuencia de un disparo en la puerta del boliche Coyote, reabrió la polémica en torno al funcionamiento del local bailable que lleva más de 20 años en la intersección de Colorado y San Martín.
Si bien desde ese día el lugar está clausurado, la Intendencia de Montevideo evalúa su reapertura con un “sinfín de condiciones y limitantes” lo que revolucionó el barrio. El prosecretario de la comuna, Christian Di Candia, dijo a Telenoche Online que la propuesta de la administración de Daniel Martínez consiste en llevar adelante un plan piloto durante tres meses, que implica la exigencia de un nuevo método de seguridad y limpieza. En caso de que el plan funcione, se permitirá la reapertura por un período de dos años, y luego deberá mudarse.
Los vecinos de la zona están en contra de la reapertura y dicen que desde la Intendencia les advirtieron que nadie podrá obligar a los dueños a cumplir lo acordado. “No es un contrato o convenio”, explicó a Telenoche Online Raquel Moreira, una de las vecinas.
Este lunes solicitaron por escrito a la Intendencia y a la alcaldía “las razones” por las que consideran oportuno reabrir el boliche. Más de 400 vecinos y comerciantes de la zona firmaron la petición en la que, además, expresan su desacuerdo.
Este miércoles un grupo de 50 vecinos se reunió con la abogada que representó a los vecinos que enfrentaron a los boliches del Parque Rodó y en los próximos días se movilizarán en la zona. “Algunos vecinos no quieren que abra, de la misma forma que el boliche quisiera estar abierto desde octubre. Hay vecinos que están directamente en guerra”, explicó Di Candia.
“TIERRA DE NADIE”. Raquel vive en la zona hace 22 años y asegura que desde que Coyote se instaló sobre la calle Colorado, el “barrio dejó de ser tranquilo” y esas noches “es tierra de nadie”.
“Yo corrí mi cama, la saque de frente a la ventana. Mi hija sabe que no puede bajar la escalera si hay desmanes afuera. Los vecinos tenemos un protocolo. Una vecina lleva a sus hijos para el fondo los días que abre el boliche. El peligro es una bala perdida. Se escuchan dos o tres disparos por noche”, relató.
Desde el asesinato de Fernando Costas Alemán, de 23 años, en el interior del local en 2005, los vecinos vienen juntando firmas y presentando escritos.
En aquél entonces Coyote cerró por casi dos años, pero luego abrió con un servicio de 222 que estuvo un año.
Moreira asegura que en los últimos años muchos vecinos se han mudado o vendido sus viviendas “regaladas”. “Se desvalorizan las casas porque nadie quiere comprar ahí. Algunos se han mudado a 15 cuadras solo por no estar frente al baile”, sentenció.
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