Víctimas hablaron del alemán asesinado

"El asesinato es, sin duda, una mala forma de morir. No puedo decir que lamento su partida. Pero esa fue una terrible manera de morir. Me gustaría decir que nadie merece eso".

Más adelante, se pregunta cómo logró vivir en Uruguay todos estos años y cuestiona a la Justicia uruguaya. "¿No debería cualquier país expulsar a un conocido abusador de niños que entró a su territorio con documentos falsos?", escribe Katie.

El hombre y su esposa estaban requeridos por la Justicia alemana por la denuncia de Laasner. Existió un pedido de extradición por ello, pero Uruguay entendió que el delito había prescrito y solamente se los procesó por haber ingresado al país con pasaportes falsos, según dijeron a Telenoche fuentes del caso.

Katie continuó: "Ahora mismo, mis pensamientos están con todas las personas a las que hizo sufrir. Y no estoy hablando solamente de la niña a la que violó y de la que abusó, o de todos nosotros los niños a los que separó de sus padres. Él disfrutaba de arruinar vidas. Arno Wollensak era un sadista que le gustaba controlar a la gente".

Y sobre el final, Katie expresa: "Se terminó. Nunca más podrá lastimar a nadie. Y con eso, llega un gran alivio".

Solo unos minutos más tarde, Katie volvió publicó un agregado en el que aclara que la muerte de Wollensak, tal como ocurrió, no puede ser considerada como un acto de Justicia.

"Estoy segura de que sus acciones precipitaron su muerte", dice. Pero "hubiera preferido verlo en un tribunal de Alemania o en la cárcel". "Eso habría sido justicia", sentenció.

En publicaciones anteriores, Katie revelaba que Wollensak las obligaba a cambiar de "aspecto, de ropa, de pensamientos, hábitos". "Nos hizo cortar vínculos con padres, familiares y amigos. Mi padre, mi hermano y yo pudimos salir, pero mi madre no", cuenta.

En 2005, otra de las víctimas de Wollensak, relató en una entrevista lo que vivió en la secta "Oasis de Luz". En 1992 Lea Laasner tenía solo 12 años cuando se vinculó junto a su madre y su hermano a la secta.

"En el momento en que nos unimos a la secta, nuestros padres cedieron su responsabilidad sobre sus hijos y desde ese mismo momento todo tuvo que ver con el sexo", relataba la joven en la entrevista.

Agrega que sus padres le decían que "el sexo era importante tanto para nuestro crecimiento como para nuestro desarrollo".

Cuando Lea cumplió 13 años fue designada por la antigüedad de su alma a ser la pareja sexual de Wollensak y así acelerar su crecimiento espiritual.

"En el momento en que perdí mi virginidad, mi padre apareció. Estaba absolutamente sorprendido. No pudo manejar esa situación, pero el gurú le dijo que debía abandonar sus sentimientos paternalistas y que todo lo que ocurría era por un bien mayor", relata.

Cuenta que había ocho niños más en el grupo. "Al principio fueron dejados de lado de por sus edades, pero cuando cumplieron 14 o 15 se les exigió que comenzaran a tener relaciones sexuales".

"Todos nos enfrentamos al sexo todo el tiempo. Teníamos que observar a los adultos, mantener relaciones sexuales y compartir sus parejas", continua.

Laasner presentó cargos en el Tribunal Regional de Detmold en 2006 en Alemania, donde Wollensak y su esposa fueron acusados de abuso.

Hoy estoy buscando un amor verdadero y una atmósfera de cariño y seguridad. Actualmente, estoy en una relación y mi vida pasada con los miembros de la secta es todo un desafío para mí y para mi novio.