Altos del Golán, una meseta ubicada en la frontera entre Israel, Líbano, Jordania y Siria, es centro de disputas desde los años 60 y hacia allí partieron este lunes unos 200 efectivos del Ejército uruguayo en misión de paz.
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SUSCRIBITEAltos del Golán, una meseta ubicada en la frontera entre Israel, Líbano, Jordania y Siria, es centro de disputas desde los años 60 y hacia allí partieron este lunes unos 200 efectivos del Ejército uruguayo en misión de paz.
Los Altos del Golán fueron parte de Siria hasta 1967, cuando Israel conquistó la mayor parte del territorio en la Guerra de los Seis Días, un conflicto militar que mantuvo con Egipto, Jordania y Siria. Esta medida unilateral no fue reconocida a nivel internacional y Siria reclama la recuperación de este territorio.
De hecho, en 1973 Siria intentó retomar el control de la zona, pero fracasó y en 1974 Israel y Siria firmaron un armisticio. Luego, en 1981 el Estado de Israel anexó este territorio, pero la medida no fue reconocida internacionalmente.
Ese año una resolución del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas indicó que “la decisión de Israel de imponer sus leyes, jurisdicción y administración en los Altos del Golán es nula, sin valor y sin efecto legal internacional".
Sin embargo, en 2019 Donald Trump firmó un decreto por el que reconoce formalmente la soberanía israelí sobre este territorio, desatando una nueva polémica en torno al territorio.
El Sur de Siria y su capital, Damasco, son visibles desde la cima de la meseta, lo que le da a Israel un punto estratégico para monitorear los movimientos del vecino país y actúa como barrera contra cualquier movimiento militar por parte de Siria.
Desde el comienzo del conflicto en Siria, en 2011, el primer ministro Benjamin Netanyahu endureció su posición sobre el territorio y aseguró que Israel nunca dejará la zona.
Además, según el medio Voice of America, muchos israelíes se oponen a la idea de devolver el territorio a Damasco porque la guerra civil en el país árabe desplazó a las fuerzas del gobierno sirio del área y eso creó un vacío ocupado por grupos islamistas como Al Qaeda.
El gobierno israelí también manifestó preocupación de que Irán, aliado del presidente sirio Bashar al-Assad, esté buscando establecerse de forma permanente del otro lado de la frontera para lanzar ataques contra su país.
Por otro lado, ambas partes codician los recursos hídricos de la zona y su tierra volcánica fértil.
De acuerdo con el New York Times, unas 50.000 personas viven en la zona y los israelíes representan casi la mitad de la población, mientras que el resto son ciudadanos de ascendencia siria.
La población árabe tuvo la opción de acceder a la ciudadanía israelí luego de que el gobierno resolviera anexar la zona, pero la mayoría lo rechazó y se siguen identificando como sirios.
En tanto, las Naciones Unidas mantienen cientos de observadores internacionales ubicados en la frontera, creando un área de separación que las fuerzas militares tienen prohibido ingresar.
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