7 de octubre de 2018 - 00:00 El ultraderechista Jair Messias Bolsonaro consiguió el 46,05% de los votos en las elecciones presidenciales celebradas este domingo en Brasil, según datos oficiales con el 99,92% del censo escrutado. Ahora disputará la segunda vuelta frente al progresista Fernando Haddad, que acumula un 29,25%.
El candidato del Partido de los Trabajadores (PT), escogido casi “a dedo” por el exmandatario Luiz Inácio Lula da Silva una vez que no pudo presentarse por su condición de preso y condenado por corrupción, tiene ya garantizado el segundo puesto y su lugar en esa nueva elección, que será celebrada el próximo 28 de octubre.
Pero Bolsonaro parte con una gran ventaja, ese piso del 46%, de cara a esa elección.
Según las normas electorales brasileñas, la segunda vuelta es necesaria cuando ningún candidato supera el 50% de los votos, una meta de la que Bolsonaro ha quedado a apenas un paso con un apoyo que ha superado en casi diez puntos lo que le atribuían las encuestas.
En tercer lugar, muy lejos de Haddad, se situó el laborista Ciro Gomes con un 12,47% de los votos válidos.
POLÉMICO. Amado por unos y odiado por otros, Bolsonaro, conocido como el Donald Trump de Brasil, reafirmó su favoritismo y fue el más votado en las elecciones presidenciales. Impedido de hacer campaña en las calles y obligado a permanecer hospitalizado durante tres semanas por una puñalada que recibió durante un mitin al aire libre en Juiz de Fora, una ciudad en Minas Gerais, consiguió el triunfo a través de las redes y sin enfrentar a sus contrincantes en la mayoría de los debates.
Y es que el capitán de la reserva del Ejército que se autoproclama "soldado de Brasil" se mueve entre odios y amores por su actitud guerrerista para enfrentar la violencia, su lucha contra la corrupción y por sus manifestaciones machistas, homofóbicas y racistas.
Sus seguidores hacen honor a su segundo nombre y lo consideran una especie de "mesías" dispuesto a enfrentar "de la mano de Dios" la inseguridad y la violencia que azotan al país.
Otros lo ven como el único camino para acabar con la corrupción que llevó a Brasil a una fuerte crisis política, económica y social, en la que se vieron envueltos directamente los ex jefes de Estado del PT Luiz Inácio Lula da Silva, condenado a 12 años por corrupción, y Dilma Rousseff, destituida a mitad de su segundo mandato.
No obstante, su falta de conocimientos económicos -que él mismo admite- y sus propuestas de nombrar militares en varios ministerios, liberar el porte de armas o implantar escuelas militarizadas en todo el país, para que a punta de "disciplina y jerarquía" mejore la educación pública en Brasil, le han traído un sinnúmero de detractores que lo ven como una amenaza para la democracia.
Sus agresiones verbales a una diputada del PT en 2003 a quien le dijo "jamás te violaría, porque no lo mereces"; declaraciones afirmando que las mujeres deben recibir menos salario que los hombres; el querer acabar las cuotas raciales en universidades o el rechazo que públicamente ha hecho de la homosexualidad, también le han sumado miles de opositores que se resisten a ser gobernados por alguien que no respeta ni promueve los derechos fundamentales.
MILITAR Y AGRESIVO. Jair Messias Bolsonaro nació hace 63 años en Glicerio, un municipio al interior del estado de Sao Paulo, pero creció en Campinhas, otra ciudad paulista más desarrollada donde adelantó sus estudios básicos en la Escuela Preparatoria de Cadetes del Ejército.
Continuó su carrera militar en Río de Janeiro donde se especializó en paracaidismo y obtuvo su título profesional en Educación Física. Desde entonces sus superiores lo calificaban como un ser "agresivo" y de "excesiva ambición".
Sus inicios en política se dieron a finales de los años 80 luego de protestar públicamente por los bajos salarios de los militares, hecho que le ocasionó una sanción pero con el que consiguió un buen número de adeptos que posteriormente le ayudarían a alcanzar su primer escaño público.
El 1988 Bolsonaro, entonces capitán del Ejército, pasó a la reserva y ese mismo año fue elegido miembro del Concejo Municipal de Río de Janeiro.
Ese primer escaño impulsó sus aspiraciones políticas que lo llevaron a convertirse cuatro años después en diputado federal por Río de Janeiro, cargo en el que permaneció por siete períodos consecutivos hasta lanzarse a la Presidencia de Brasil.
En el Congreso, Bolsonaro fue titular de la Comisión de Relaciones Exteriores y de Defensa Nacional, y de la Comisión de Seguridad Pública y Combate al Crimen Organizado. Irónicamente, también fue suplente de la Comisión de Derechos Humanos y Minorías de la Cámara de Diputados.
El ultraderechista y candidato por el Partido Social Liberal (PSL) estuvo afiliado a ocho partidos políticos más durante sus 26 años de servicio, tiempo en el que presentó 162 proyectos de ley, de los cuales, solo le fueron aprobados dos.
EFE