26 de septiembre de 2016 - 00:00 El exministro Antonio Palocci, uno de los hombres más influyentes en los Gobiernos de Luiz Inácio Lula da Silva y Dilma Rousseff y arrestado hoy en Sao Paulo, fue acusado por la Fiscalía de haber sido el principal defensor en ambas administraciones de los intereses de la constructora Odebrecht.
Según la fiscal, los valores indebidos recibidos de Odebrecht por el exministro y por el Partido de los Trabajadores (PT) mediante la intervención de Paloccientre 2008 y 2013 ascienden a 128 millones de reales (unos 38,8 millones de dólares).
Diez años después de su primera renuncia y cinco años después de la segunda, Palocci fue detenido en Sao Paulo por la Policía Federal. En 2011, cuando dejó el cargo de ministro de la Presidencia en el Gobierno de Rousseff, Palocci ya estaba acorralado por sospechas de enriquecimiento ilícito, fundamentadas en su propia declaración de patrimonio, multiplicado por veinte entre 2006 y 2010.
Ese período fue justamente el del ostracismo político de este médico de 56 años, que comenzó su vida militante en el trotskismo y suavizó con los años sus posiciones hasta abrazar e imponer con fuerza la ortodoxia liberal que caracterizó al Gobierno de Lula, de quien fue ministro de Hacienda entre 2003 y 2006.
Palocci era considerado uno de los "hombres fuertes" de ese Gobierno de Lula, sobre todo desde la caída del poderoso ministro de la Presidencia José Dirceu, abatido por supuestos sobornos pagados a parlamentarios por el oficialista Partido de los Trabajadores (PT) y hoy preso y condenado a prisión también por el caso Petrobras.
El médico que había "sacado a la economía brasileña de la terapia intensiva", como solía repetir Lula a los cuatro vientos, capituló en marzo de 2006 ante una gravísima crisis de corrupción.
Fue un escándalo con ribetes sexuales destapado por el vigilante de una mansión de Brasilia, que lo acusó de participar en fiestas que supuestamente organizaban dirigentes del PT con prostitutas y empresarios que hacían negocios con el Gobierno de Lula.
Su fama de administrador responsable, elogiada por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y otros organismos, se desdibujó con las denuncias de bacanales con empresarios y también con acusaciones de corrupción en los tiempos en que era alcalde de la ciudad de Ribeirao Preto, en el interior de Sao Paulo.
Palocci negó cada acusación, pero su imagen acabó destrozada cuando se denunció que se había valido de su cargo de ministro para investigar en forma ilegal las cuentas bancarias del humilde casero que dijo haberle visto en las fiestas de la mansión de Brasilia.
Abatido y con serios problemas familiares le presentó su renuncia a Lula, quien lo sustituyó en Hacienda por Guido Mantega, detenido también la semana pasada por su presunta implicación en los fraudes en Petrobras, aunque liberado temporalmente por el delicado estado de salud de su esposa.
En 2006, ya sin trabajo como ministro, Palocci fundó la empresa Projeto, con la que se dedicó a funciones de consultoría en finanzas e inversiones, al mismo tiempo que ejercía como parlamentario.
Con esa firma amasó una fortuna calculada en 12 millones de dólares en cuestión de doce meses, lo que levantó serias sospechas y lo llevó en 2011 a dimitir otra vez al Gobierno, al que había vuelto como ministro de la Presidencia de Dilma Rousseff.
En medio de ese escándalo, Palocci dio varias explicaciones, pero no pudo convencer a la oposición ni a muchos parlamentarios de la base oficialista de que, como consultor, no había incurrido en tráfico de influencias, que pudiera ser una de las acusaciones a las que deba responder por las corruptelas en Petrobras.
Según argumentó Palocci hace seis años, su elevada fama y con ello su precio en el mercado de la consultoría se debían sobre todo a la experiencia que había tenido como ministro de Hacienda en el Gobierno de Lula.
"En el mercado de capitales y otros sectores, haber pasado por el Ministerio de Hacienda o el Banco Central significa una experiencia única y le da enorme valor a los profesionales", sostenía Palocci.
Esa experiencia, sin embargo, no ha tenido el mismo valor en el mercado de la política y mucho menos en el de la Justicia, que hoy ha llevado por primera vez a la cárcel al único ministro que, en la historia brasileña, renunció dos veces, en distintos Gobiernos, por asuntos reñidos con la ética.
EFE