El nombre de Alejandro Otero era portada de diarios y televisión a fines de los 60 y principios de los 70, por cualquiera de sus dos actividades: era comisario y árbitro internacional de fútbol.
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SUSCRIBITEEl juez internacional alternaba el referato con su trabajo en la función policial, aunque se definía como “un jugador frustrado”.
El nombre de Alejandro Otero era portada de diarios y televisión a fines de los 60 y principios de los 70, por cualquiera de sus dos actividades: era comisario y árbitro internacional de fútbol.
Su hija Nancy lo recuerda como “un hombre de carácter muy fuerte, de fuertes convicciones, un apasionado por el fútbol”, que se definía como “un jugador frustrado”.
Otro había hecho inferiores en Nacional pero una lesión le impidió continuar con la carrera y Nancy cuenta que “sabía compatibilizar sus dos condiciones: la de comisario y la de juez de fútbol en un momento difícil políticamente en nuestro país”.
Como comisario, le tocó enfrentar al MLN-T y logró desarticular varias de sus acciones merced a aplicar inteligencia sin torturas para enfrentar a la guerrilla tupamara. “Fue un hombre muy respetado y nunca quiso custodia”, dice Nancy.
Pero también tuvo que enfrentar situaciones complicadas desde el referato. En un clásico de 1969, un pelotazo en la cabeza lo dejó inconsciente, pero “se paró y siguió arbitrando”.
Y, en un partido de la Libertadores de 1971 en la Bombonera, entre Boca y Sporting Cristal, vivió un momento inolvidable, y no por lo agradable. El encuentro iba 2 a 2 y,
a pocos minutos del final, se generó una trifulca entre los jugadores de ambos equipos.
La violencia del enfrentamiento fue tal que “los dos líneas salieron corriendo y él se quedó solo en la cancha”. Como resultado, cuatro jugadores fueron hospitalizados, hubo varios detenidos y la madre del futbolista peruano Orlando De la Torre murió de un infarto al ver las imágenes de la gresca por televisión.
Otero expulsó a 19 expulsados y dio el partido por terminado, pero terminó preso “por no cobrar un penal”.
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