8 de febrero de 2017 - 00:00 Una periodista de la revista Caras y Caretas, Isabel Prieto Fernández, denunció que la quisieron matar mientras circulaba por 20 de Febrero, en la zona de Villa Española, en la madrugada del martes. El medio vinculó este hecho a una publicación en la que Prieto reveló maltrato policial el pasado lunes.
Caras y Caretas informó hoy que Prieto Fernández "sufrió un atentado mientras viajaba en auto desde El Pinar hasta Montevideo".
La profesional relató a Telenoche Online que regresaba a su casa acompañada de su marido cuando dos hombres en moto la alcanzaron en el auto y le dispararon con un 9 mm “a la altura de la cabeza”".
Pese a que ninguno de los proyectiles impactó contra su cuerpo porque logró "acelerar y agacharse", una de las balas le "rozó la cabeza". "Sentimos el disparo, y yo siento como que me pegan una pedrada" contó.
Continuó a toda velocidad por Centenario y luego por la calle Varela, donde vio una camioneta de la Policía. Allí frenó para realizar la denuncia correspondiente. Posteriormente fue trasladada al Sanatorio Americano para constatar su estado de salud.
En el artículo la periodista redacta la atención que recibió en la Seccional 19 cuando fue a solicitar información sobre el último femicidio ocurrido en el barrio Verdisol. "¿Vinculo esto con eso (en referencia al maltrato policial)? Eso le corresponde a la Policía. Yo solo digo pasó esto el lunes y el martes me quieren ejecutar" dijo Fernández.
"No me pararon para robarme el auto, yo veo saca el arma apunta y dispara. Yo acelero y el tipo se quedó sin ángulo de tiro" explicó.
Fuentes del Ministerio del Interior consultadas por Telenoche Online dijeron por el momento no hay información como para vincular ambos hechos y que los investigadores lo consideran por ahora como un intento de rapiña. El episodio de la seccional está siendo investigado también ya que quedó registrado en las cámaras.
La Asociación de la Prensa Uruguaya (APU) envió un comunicado para condenar "enérgicamente" el atentado sufrido por la periodista y exigir una "investigación a fondo" de lo ocurrido. APU brindará una conferencia de prensa por este tema a las 17:00.
LA DENUNCIA. En la nota de la periodista que fue publicada por Caras y Caretas se relata con detalle lo ocurrido. A continuación reproducimos parte de la nota:
En la 19 me atendió la agente Montero. Y aquí transcribo el diálogo: Buenas noches, mi nombre es Isabel Prieto Fernández, le hablo de la revista Caras y Caretas. Le llamo porque tengo información que en la tarde de ayer un señor mató a su pareja en el complejo Verdisol. Simplemente quería confirmar para subirlo a la web”. La respuesta fue inmediata: “Nosotros por teléfono información no le podemos dar”. “¿No puede decirme simplemente si es verdad eso?”. “Hubo homicidios, sí. Por teléfono no podemos dar información, señora, tendría que venir personalmente”. “Perfecto, muchas gracias”. “Bueno, de nada”. “Hasta luego”.
Eran casi las 2 de la madrugada. Y fui.
Primero me atendió un policía. Le di mi acreditación de prensa y le dije por qué estaba allí. Me dijo que esperara y se fue con el documento. Al poco rato volvió acompañado de otro uniformado, quien me informó que no podían dar información. Así de simple. Con modales que me preocupé que fueran correctos, le dije que no era lo que me habían dicho por teléfono, que había ido de lejos a esa hora porque estaba trabajando y que el caso lo ameritaba, que estaba cumpliendo mi labor de informar con responsabilidad. Me mandó a Relaciones Públicas del Ministerio del Interior, recalcando que eso, como periodista, debía saberlo, porque “es lo que se enseña en la escuela de periodismo”.
El tono de voz, el talante del hombre, la mirada intimidatoria fue realmente violenta. Le expliqué que no cubría crónica roja, que quizá fuera como él decía, pero que estaba trabajando con el tema femicidio y que, por favor, sólo me confirmara la información, porque no quería desinformar. No sólo siguió en su actitud desafiante, sino que me aseguraba que nadie me podía haber dicho que allí me darían nada. En eso apareció, visiblemente insegura, una mujer. La encaré: “¿Fue contigo que hablé?”. Contestó que sí. “¿Para qué me dijiste que viniera?”. Su superior volvió a meterse: “Ella no le dijo eso”. “Sí, claro que sí. Me dijo que la información se daba personalmente”. La miré y le dije “yo no estoy mintiendo”. Lo admitió con un gesto, pero sus palabras fueron otras: “Acá no damos información, tiene que ir a Relaciones Públicas”. El hombre volvió a hablar: “Yo le dije que le dijera eso porque así le decíamos que tiene que ir a Relaciones Públicas”.
No se dirigía a mí con buenos modales. Todo en él transmitía violencia contenida. Sabiendo que no llegaríamos a nada, le tendí la mano para saludarlo y marcharme. Quedó de brazos cruzados, criticando mi proceder, insistía con una escuela de periodismo que sólo existía en su imaginario, como le hice saber. Le dije que era grosero y que su falta de educación me alarmaba. “Yo le hablo bien. Acá se está grabando todo, lo que se dice y las cámaras”.
Fue un alivio para mí. Realmente considero que esto lo tiene que ver un superior, porque ese señor que viste un uniforme, se supone que debe defendernos de las agresiones, no que tiene que ser el agresor. Quizá operativamente no podía decirme “sí hubo un femicidio”, pero podía ser amable, pedirme disculpas por haberme hecho ir a las dos de la mañana. Nada. Sólo una actitud soberbia. ¿Es esa la forma de tratar a la ciudadanía? ¿Es así como se frena el trabajo de la prensa que, responsablemente, quiere informar de un tema tan caro para los uruguayos como la muerte de sus compatriotas en manos de asesinos que dicen ser sus compañeros de vida? ¿Es así como nos protegen? Muy triste, suboficial mayor Hugo Coito. Ese me dijo que era su nombre. Una vergüenza que semejante ordinario esté al frente de algo, con métodos propios de tiempos amargos