“¿Qué va a ser de nosotros?”. Esa esa la pregunta que hacen los vecinos de Juan Lacaze al entrar a las oficinas del municipio. El cierre de Fanapel hace que no se hable de otra cosa en la ciudad y que mucha gente tenga miedo del futuro.
Para continuar, suscribite a Telenoche. Si ya sos un usuario suscripto, iniciá sesión.
SUSCRIBITE“¿Qué va a ser de nosotros?”. Esa esa la pregunta que hacen los vecinos de Juan Lacaze al entrar a las oficinas del municipio. El cierre de Fanapel hace que no se hable de otra cosa en la ciudad y que mucha gente tenga miedo del futuro.
El alcalde de Juan Lacaze, Darío Brugman, dijo a Telenoche Online que nadie espera que se solucione el tema y saben que “solo un milagro podría hacer que la empresa vuelva a abrir”. “Hay un 1% de probabilidad y no se ve demasiado interés por parte de los empresarios”, afirmó.
Juan Lacaze es una ciudad de 14.000 habitantes. Entre 800 y 1.000 personas viajan a diario a otras ciudades a trabajar. Según el alcalde, este es un fenómeno que comenzó en 1993, cuando cayó por primera vez la textil Campomar y Soulas, dejando a 800 lacacinos sin empleo. Desde ese entonces, “la ciudad vive en decadencia continua”.
A este se agrega un contexto de población envejecida: hay más de 3.000 jubilados y pensionistas. Asimismo, la tasa de natalidad es baja porque, entre otras cuestiones, los jóvenes no encuentran perspectivas en la ciudad y se mudan en Montevideo. “Quienes tienen aspiración de crecimiento, no quieren quedarse trabajando toda la vida en un comercio”, apunta Burgman.
Pero trabajar en un comercio tampoco da seguridad. Desde hace dos años los comerciantes advierten el impacto de la crisis que atraviesa el pueblo y, si bien hasta el momento no hubo despidos, son varios los locales que han reducido horas al personal. Según el alcalde, “el miedo provoca la retención de dinero. Muchos están esperando ver qué pasa y eso paraliza la economía local”.
ESPERANZA SABALERA. Pero no todo es desazón en la ciudad. El liceo N°1 de Juan Lacaze recibe a sus estudiantes con un cartel que dice “Esperanza sabalera”. Los vecinos lo cuentan orgullosos y dicen que ese cartel ese ejemplo de cómo trabajan en distintas propuestas para sacar la ciudad adelante.
El presidente del Centro Comercial Industrial aseguró a Telenoche Online que los comerciantes mantienen reuniones con el sindicato de Fanapel y con el municipio. “La solución es juntarse todas las fuerzas y pensar en buscar nuevas fuentes de trabajo no solo por Fanapel, sino por la sociedad en general”, asegura González.
El municipio trabaja en conseguir cursos para que se puedan hacer capacitaciones en la ciudad y también para llevar a Juan Lacaze cursos de la Universidad Tecnológica para aquellos jóvenes que queden sin trabajo.
Por otra parte, se apunta al explotar la capacidad portuaria de Juan Lacaze y utilizarlo para la salida de mercadería.
ÉPOCA DORADA. En los años 30, Juan Lacaze era una de las ciudades más pujantes de Colonia pese a sus pocos habitantes. En ella estaban instaladas Campomar y Soulas y la Fábrica Nacional de Papel (FANAPEL), que ocupaban 200 empleados cada una.
En torno a estas grandes industrias, se desarrollaba el comercio de muebles, ropa, plantas y artículos de belleza. El sector comercial vivía de la prosperidad de los trabajadores de las industrias, que volcaban sus ingresos a la ciudad. “La gente no iba a Colonia a comprar. Se quedaba y gastaba acá y eso generaba un movimiento económico importante”, recuerda Brugman.
FANAPEL se instaló en Montevideo en 1883 y en Juan Lacaze en 1898 por el incremento del trabajo y la necesidad de agua dulce en la cadena de producción. Funcionó prósperamente al punto de que gran parte de la población lacacina dejó su trabajo para entrar a lo que llamaban la “gran fábrica de papel”.
Ex empleados de la empresa aseguraron a Telenoche que en los 80´, la industria llegó a ocupar a 1.200 personas y pasó de producir 20.000 toneladas anuales de papel a 36.000.
GOLPE FINAL. En los últimos años, FANAPEL colocaba más del 70% de su producción en Argentina, pero desde 2015 el gobierno de Mauricio Macri optó por abrirse al mercado asiático, lo que generó dificultades. Actualmente la situación financiera de la ciudad es alarmante, más aún si se tiene en cuenta el cierre de Agolan, ex Campomar y Soulas. Esta otra gigante de la zona, fundada en 1907, vivió su auge en los años 30 cuando vendía casi la mitad de los tejidos de lana demandados en el país. Diez años después comenzó a perder progresivamente el monopolio ante la aparición de nuevas fábricas y tecnologías.
Eso se tradujo en una crisis financiera a la que no pudo hacer frente y ya en 1993 fue sustituida por Agolan, que de los 800 trabajadores solo mantuvo 250. En 2014 cerró definitivamente y dejó a 160 personas sin trabajo. Solo 90 de los despedidos ingresaron a la cooperativa textil Puerto Sauce, que actualmente también enfrenta grandes dificultades.
Lo cierto es que, a diferencia de lo que varios creen, son pocos los lacacinos que se fueron a trabajar en forma directa a empresas como UPM y Montes del Plata. Algunos le venden servicios de electrónica y electricidad industrial, pero no son empleados directos.
COMPRA DEL GRUPO TAPEBICUÁ. Según Brugman, la crisis de Fanapel se profundizó en 2007 con la venta del 97,6% de sus acciones al grupo foresto-industrial Tapebicuá, integrado por capitales argentinos y estadounidenses.
Históricamente la fábrica había pertenecido a capitales uruguayos. Los mayores accionistas eran la familia de Cristina Oribe de Calcagno y Rodolfo Raffo, además del ex ministro de Economía Ricardo Servino y el ex ministro de Transporte y Obras Públicas, Jorge Sanguinetti.
El grupo no vendió la fábrica sino el grupo Fanapel. Según explicó Brugman, los uruguayos hicieron una negociación con el Citibank de Estados Unidos, que se había quedado con la propiedad de Celulosa Argentina. Si lograban remontar la crisis que enfrentaba la industria, serían los nuevos dueños.
Así ocurrió. Finalmente el grupo Fanapel se queda con el gerenciamiento de Celulosa Argentina logrando revertirle las pérdidas en medio del “boom”de la celulosa.
El grupo Tapebicuá vino a Uruguay buscando comprar Celulosa Argentina y así lo hizo, pero para ello debió comprar el grupo Fanapel. “En ese momento empezó una política de despidos, además de reducirse las empresas tercerizadas que contrataba la industria del papel”, explicó Brugman.
Suscríbete y recibe todas las mañanas en tu correo lo más importante sobre Uruguay y el mundo.
SUSCRÍBETE